GOBIERNO DEL VIRREY AGUSTIN DE JAUREGUI

Gobierno del virrey Agustín de Jauregui 
(1780-1784)

El 20 de julio de 1780 Lima recibió al virrey Agustín de Jáuregui y Aldecoa, un militar de brillante carrera que, antes de venir al Perú, había gobernado Chile durante siete años.

Todavía no terminaban en Lima los agasajos de recepción al nuevo virrey cuando estalló en Tungasuca (al sur del Cusco) la gran rebelión del cacique José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II.

El jefe rebelde era descendiente directo de los incas del Tahuantinsuyo. Túpac Amaru I, su antepasado, fue el último Inca de Vilcabamba, el mismo que fuera decapitado por orden del virrey Toledo en 1572. Túpac Amaru II, en 1780, era cacique de Tungasuca, Surimana y Pampamarca, y gozaba de propiedades, negocios y prestigio en la región del Cusco. Se sublevó a los 40 años, cansado de los excesos de los despóticos corregidores -los repartos mercantiles- y las imposición de las reformas del Visitador Areche (aduanas, alacabalas, tributos).

El espacio sur andino había sido la región más afectada con la creación del Virreinato del Río de la Plata y la liberalización del comercio decretada por Carlos III. En este contexto el incremento de la presión fiscal agudizó las contradiciones sociales. Desde 1778 José Gabriel Condorcanqui organizó una red de conspiración con objetivos cada vez más radicales.

El 4 de noviembre de 1780 estalló la sublevación. Túpac Amaru capturó y condenó a la horca al corregidor de Tinta, Antonio de Arriaga; el mismo día, delante de miles de seguidores en Tungasuca, anunció la abolición de las mitas, alcabalas y corregimientos. Además, liberó a miles de indios de los obrajes y decretó el fin de la esclavitud de los negros.

El corregidor del Cusco, Tiburcio Landa, emprendió campaña contra el cacique, dirigiendo una fuerza de tres mil hombres. Túpac Amaru lo destruyó sus tropas en la batalla de la batalla de Sangarará. Sin embargo, extrañamente, emprendió campaña al Alto Perú, cuando tenía practicamente en sus manos a la ciudad del Cusco.

En Lima las autoridades coloniales se aprestaron para el combate. El Virrey Jauregui envió tropas al mando del capitán Gabriel de Avilés. Estas fuerzas tomaron el Cusco y repelieron el ataque tupacamarista en enero de 1781. Poco después llegaron el visitador Areche y el brigadier José del Valle quienes, apoyados por el cacique Mateo Pumacahua, vencieron a los rebeldes en Checacupe y Combapata (Tinta, Cusco).

La represión fue indiscriminada y llegó a su punto culminante cuando el 18 de mayo de 1781, el Inca, su esposa Micaela Bastidas y otros dirigentes fueron descuartizados. El Perú fue pacificado a sangre y fuego. Los últimos líderes indígenas del levantamiento -Túpac Katari, Diego Cristobal Túpac Amaru y Pedro Vilca Apaza- fueron torturados y asesinados horrendamente entre 1781 y 1783.